Ojalá cuando mi vida ya haya madurado, siempre recuerde el hogar en donde aprendí el sentido a la vida, al amor.
Esas primaveras en que todo estaba a flor de piel, el sonido cotidiano de aves, plantas y flores de una gama interminable de colores rodeándome.
El aroma tan peculiar de mi abuela impregnado en la habitación, y la mirada enamorada de mi abuelo al verme llegar.
Olvidarme de esos pequeños, pero a la vez tan importantes detalles sería un error tan grande, ya que alegran la vida y te recuerda lo que es vivir en paz..
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