
Me acosté con la luz apagada, la puerta cerrada por completo como era habitual. Percibía solo en ese instante las luces de los artefactos que quedaban prendidos, lo demás eran figuras distorcionadas producto de mi imaginación.
Melodías de Bob mezladas con bocinas de autos, animales nocturnos y este silencio como amigo me ayudarían a descubrir que los pensamientos, que todo el día había tenido, seguían rondando por mi cabeza, nada más que ahora se interponían unos con otros, al igual que una película. Y todo me daba vueltas y vueltas, pretendía por lo menos hasta el momento que me durmiera, intentar cambiar las cosas, o por lo menos pensar una manera de mejorarlas. Todo en mi vida arrojaba signos de inestabilidad, me gusta en algún punto afrontarme con los problemas y sentir algo de acción. La rutina, esa indeseable compañera, me sigue como si fuera mi propia sombra... y se que no me alcanza, se que puedo ir más rápido que ella para una noche más poder ganarle la batalla.
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