16 septiembre, 2010


Ya las luces van apagándose lentamente y las personas vuelven a sus hogares como cada noche, agotadas por este cansador día.

Yo en cambio permanecía sentada en esa solitaria vereda contemplando el cigarrillo que se consume; sinónimo de lo que mi corazón mantenía de él.

Inútil siempre esperando algo más, algo que viva en mi cada segundo.

Sin entender que ser libre es lo mejor que pudo pasarme, como cada hoja que vuela hacia algún lugar, como cada estrella que brilla en una noche de verano; igual que todas pero única para alguien.

Tanta gente alrededor pero el mundo ya no es mi mundo.

Acompañada de lo único que siempre estuvo para consolarme, la siento, la respiro y toco una que otra melodía sn sentido.

Cierro los ojos, ya no estoy donde el fuego me quema, donde las miradas penetran.

Floto sobre mis pies, ya todo se vuelve intrascendente y elevo una sonrisa al cielo.

El sol calienta mi rostro y el viento acaricia los cabellos despeinados.

Coloco la guitarra sobre mis hombros y regreso hacia la multitud.

Sonreí de paz y volví a esa vida rutinaria que todos conocen.

Otro día en el planeta Tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ideas que vienen