Comenzaban a caer las primeras gotas y nuestras miradas no dejaban de despegarse.Sentí que no debía acabar, que esto no podía terminar en un triste día de lluvía, entonces corrí y vos abriste la puerta de ese taxi sin dudar un segundo más.
Nos unimos en un silencio de muchas palabras. Te miré y me miraste, "No te preocupes, nunca más me iré"- eso era todo lo que necesitaba oir.
Y entendimos que ya nada importaba, ni nuestras estúpidas peleas, ni que yo te empujara cuando te comportes como un idiota, ni que me grites cuando yo lo hacía. Porque al siguiente instante te reías y yo te abrazaba, porque así debía ser todo, porque ese eras Vos, y esa Yo, sin etiquetas.
Era una lluviosa noche de otoño, y te ibas en ese taxi..
Pero esta vez conmigo.
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