Entonces yo les comento
que vos derrochas dulzura,
y ese rasgo en tu hermosura
produce una envidia sana.
Menos mal que no les cuento
lo que hacemos en la cama.
Me enloquece tu mirada,
me atropello con tus labios
y entre salivas resbala
el mensaje de los sabios.
Tus ojos entrecerrados
parecen mirar lo eterno.
Rodando desaforados
burlamos noches de invierno.
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