Me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos.
17 febrero, 2013
Amanecía otro día, su respiración en mi cuello era cálida y serena, su pelo suave y largo, casi tan largo como el mío, rozaba mi espalda hasta hacerme cosquillas.
Comenzaba a sentir el frío de aquel temprano día, pero vos me abrigabas, vos estabas ahí atrás y yo lo sabía. Di media vuelta y tus ojos brillosos de recién levantado empezaban a abrirse de a poco, y el sol. No sabía que el sol fuera tan hermoso, pero esa mañana lo conocí cuando reflejaba una gama de colores claros en tus largas pestañas.
Tus pequeños labios que acompañaban un sutil y precioso suspiro que solo de cerca podía apreciarlo.
Cuando me abrazabas no hacía otra cosa que llorar, no podía parar, era algo tan nuevo y sentía que era demasiado para mi, un combo tan perfecto pero peligroso para una chica cualquiera que no esperaba tanto en su vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ideas que vienen