Amanece por fin, luego de una larga noche de invierno. Un día demasiado frío para estar levantándome a las 8 de la mañana pensé, pero decidí aprovecharlo. Eran una de esas mañanas que presiento no será tan buena y siempre me sorprende.
Voy al baño y me lavo la cara. Sonrío al espejo con la pintura corrida y me veo linda incluso así.(Siempre me gustaron las ideas que venían a mi mente cuando veía la pintura corrida en una mujer)
Tomo el café preparado por ella, siempre ahí, sin excepción.
Agarro mi tapado, mi gorrito de lana tejido y salgo a la calle. Un poco de música y un viaje en colectivo siempre me cambian el humor. O por lo menos lo mejoran.
Miro a la gente y me imagino donde estará yendo cada una. A buscar a su esposo del médico, a llevar a los chicos al jardín, o alejándose de alguien que tanto quería.
Que se yo, cosas que hago para pasar el rato.
Canto un poco y miro si nadie me vio, aunque casi no me importe.
Llego al centro, esa gente que va y viene apurada y no disfrutan quizás de las cosas que lo rodean, los árboles con sus hojas cayendo lentamente, la arena brillando cuando el sol se asoma, el aroma a pasto húmedo..
Se me pasa una fugaz idea de Damián cuando me contaba que alguien le dijo que prefería pensar que la naturaleza la tuvo que crear alguien por ser tan hermosa, algo asi, no recuerdo muy bien. Y me pongo a fijar en cada detalle, en cada perfección de mi alrededor en aquel parque. Si alguien lo creó, fue un genio.
Hago uno que otro trámite, sonrío a personas que no conozco en esos lugares. Un poco de amabilidad nunca viene mal.
Y cuando pienso en volver a casa, un barcito simpático me llama la atención.
Era pequeño y muy colorido. Simpático. Asi que aproveché, desayuné(otra vez), no podía perderme esta oportunidad.
Me pregunté si a los 75 años estaría ahí sentada, leyendo un diario, mirando por la ventana, y que al girar siga estando él. Me lo imaginaba viejito, gruñón, con sus mil dudas y cuestionamientos hacia la vida, hacia lo verdadero y lo imaginario, hacia lo más allá de nuestra existencia y riéndose al final cuando se de cuenta que ya me perdí en algún pensamiento mío. Ya estoy vieja, no me pidas tanto.
Ahora que pienso no será muy distinto a lo soy/somos ahora. Ahora que siento, nada cambiará tanto.
después te diste cuenta que te habías fumado un alto faso
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