14 octubre, 2014

Cuando se toca fondo
y se mastica el polvo,
te das cuenta, aprendés,
que aún no lo has perdido todo,
que hay más para perder,
que en el fondo, en realidad, no tiene fondo,
que aún se puede descender
y descender.
Se piensa que ya no se puede estar más solo
Y sin embargo, si se puede…
hay más soledad, te lo aseguro.
Pero un día…
Un día cualquiera, se te da por mirarte en el espejo
(no abundan los espejos en el manicomio ,
por razones obvias, se me ha dicho).
No importa, el espejo del que hablo, está en otro lado, adentro.
Y te das cuenta, por ejemplo,
que tenés dos piernas,
te las mirás, las sometés a prueba,
y te vas a dar una vuelta por el parque del hospicio.
Y te cruzas entonces, con otro espejo que deambula,
más valioso y fidedigno…
¡ Y acaece la revelación!
¡ Qué voy a estar sola… si somos
mil setenta locos acá dentro!
Y cuando nos juntamos los espejos
Uno le dá coraje a otro y resistimos.
La subestimación.
La discriminación.
Los abandonos.
Pero, bueno, estas ya no son cosas de locos. M.W



Para los que amamos esta hermosa carrera..

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ideas que vienen